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Lo más evidente en el paisaje natural de La Gomera es el trabajo de la erosión.
Ella ha actuado de manera continuada, desmantelando una parte del edificio insular : predominan en el paisaje las formas erosivas, los barrancos, los acantilados marinos y los relieves diferenciales, como los roques.
La combinación de los rasgos geomorfológicos con el clima produce numerosos ámbitos ecológicos, desde los ambientes cálidos y secos del sur, a los húmedos y frescos de las medianías y cumbres.
Las cumbres centrales de La Gomera, envueltas con frecuencia por la niebla, mantienen una selva fascinante, frondosa y espesa, cuyo verdor permanente, a menudo embebido en humedad, destaca sobre la aridez de las costas y zonas bajas de la isla.
Esta formación vegetal recibe el nombre de laurisilva, que significa "bosque de laureles", en alusión a que la mayor parte de las especies que la componen presentan hojas similares a las del laurel. Éste tipo de hojas son un indicador de su adaptación al ambiente subtropical húmedo que reina en la zona norte y central de cada isla, donde la laurisilva se acantona.
La vegetación de La Gomera, como la de otras islas montañosas del archipiélago, está condicionada por la altitud y la orientación de cada zona. Las cotas bajas con escasas lluvias están cubiertas por un matorral muy característico, formado por tabaibas y cardones, y otras plantas crasas como verodes y cardoncillos.
En laderas más húmedas de la vertiente norte y en fondos de barranco, aparecen los palmerales y restos de antiguos bosques termófilos, formados por acebuches, almácigos y sabinas. Actualmente están muy desplazados por las zonas de cultivo, pero en Vallehermoso quedan todavía sabinares de considerable extensión.